30 abril 2011

El latido de una idea

Todo empezó con eso, con una idea que fundó un proyecto distrital, y que se multiplicó por las escuelas, en las ideas de muchos docentes y de muchos alumnos.

En nuestra escuela, en la E.S. 17 de Ezpeleta, la bibliotecaria, comprometida en el proyecto de Cultura/Quilmes, nos comunicó la propuesta (que confieso primero sentí impuesta): escribir un libro entre todos... En realidad no fueron todos, pero sí un grupo , el de mis alumnos de 2º año A/2009. Ellos son los autores de Hechos inexplicables en la 17, un libro con 26 cuentos fantásticos.

Narrar esta experiencia podría adoptar distintos ejes temáticos. Yo prefiero el testimonial, el de las pequeñas-grandes vivencias que compartimos en el ámbito escolar.

Recuerdo las críticas que los propios autores escribieron. Por ejemplo, la de Karen Vargas, una jovencita de 13 años, afirmando que ella y sus compañeros habían descubierto que podían ser “buenos escritores”. No es poco descubrir que podemos escribir a los 13; que podemos encontrar algo propio para decir, que podemos hacer Literatura... Por lo menos a mí me pasó mucho después de esa edad. Indudablemente el peso de la experiencia personal es ineludible... y felizmente en estos casos. Creo que los docentes podemos proponernos un buen ejercicio antes de encarar proyectos con nuestros alumnos: el de hacer el esfuerzo de ponernos en su lugar. Porque si partimos desde ahí, si podemos actualizar la sensibilidad con la que transitamos el desequilibrante camino de nuestros aprendizajes, entonces quizás los podamos acompañar mejor y además seguir aprendiendo desde otro rol.

En esas críticas también manifestaron el paso del sentirse obligados, al de disfrutar de la escritura; y el gusto por haber expuesto sus cuentos en una muestra compartida con otras escuelas y con autoridades del distrito. No puedo olvidar la cara que puso Marcos Cruz (que no fue a la exposición) cuando le contamos que el intendente visitó el stand y que justamente leyó completo su cuento “El problema de ser adoptivo”. Sé también de la importancia que dieron a eso en su hogar, porque su madre se acercó a preguntarme dónde podía comprar una copia del libro. Así como el papá de Juan Montaño, autor de “Del presente al futuro”, un chico que presentó su obra casi a último momento pero la trajo terminada, lista para la edición. Por esto cada vez que aparece un padre de ese grupo en la escuela, lo llamo y lo felicito por lo que hizo su hijo. Y en verdad considero muy bueno el resultado.
En el libro hay relatos enmarcados, uso del narrador en primera persona con la clara diferenciación entre narrador y autor; hubo una búsqueda de la forma de hablar de lo realmente deseado (el amor, la muerte, los miedos, las relaciones familiares, las peleas entre adolescentes, la pertenencia o no a un grupo, el acoso escolar-bullying (1), el aborto...) sin por ello desatender el encuadre pedido para la escritura (crear cuentos fantásticos) .

Ahora bien, ¿cómo desarrollamos este proyecto “Leer y escribir es cosa nuestra” en nuestra escuela?:
Personalmente, primero pensé en focalizar la propuesta. Yo creo mucho en la necesidad de acompañar los procesos en los principiantes. Temo desalentarlos en el camino, no intervenir correctamente.
Elegí a 2º A, porque con ellos habíamos trabajado PARATEXTO de los libros, y estábamos leyendo y caracterizando obras fantásticas. Pensé que sería mejor que el proyecto se adaptara a nosotros y no al revés. Habíamos leído cuentos y teatro incluidos en el terreno de “lo extraño” y de la alteración del mundo real. Además tuve a este grupo en 1º; habíamos trabajado con la Ciencia ficción y comenzamos 2º leyendo cuentos realistas; fue entonces que apareció lo fantástico para contrastar y definirse.
Al leer las pautas orientativas del proyecto, en las que se aclaraba exactamente cuál era la propuesta de escritura, comprobé que justamente se refería a un proceso, al valor de la reescritura y a los borradores revisados pero no descartados. Simplemente, entonces, adherí ideológicamente. Confío en esa metodología, siempre me dio buenos resultados. Creo que es la forma de propiciar la escritura y de alentarla como medio de expresión.
Entonces nos pusimos a trabajar. El marco teórico me apoyaba y me alentaba a mí también. Comenzaba la tarea de coordinar, de orientar, de respetar la inventiva de los chicos, de ayudarlos a expresarse, de brindarles tácticas y estrategias, de aportar algo, en definitiva, de lo que a alguna vez a mí me ayudó a escribir.
Nuestro proceso de escritura consistió en ir armando ciertas “reglas de juego” (2). Con la pretenciosa, tal vez, intención de emular mínimamente el “Decálogo del perfecto cuentista” de Horacio Quiroga (3), comenzamos a establecer pautas para la escritura:

REGLA 1: Escribirían un cuento fantástico.
Para ello se necesitaba “una idea fantástica”. Crearla fue la consigna con la que cerramos el 2º trimestre a mediados de setiembre. Debían pensar un escenario real en el que debería ocurrir un hecho extraño, inexplicable, misterioso. Las primeras ideas que surgieron tuvieron que ver con viajes en el tiempo y con la incorporación de seres extraños en la realidad.

REGLA 2: El hecho inexplicable debería ocurrir en nuestra escuela.
Esta decisión se originó en la intención de que los alumnos valoren nuestro edificio escolar. ¿Cómo? Mediante la transmisión de nuestras vivencias como docentes que participamos en la larga gestión del espacio actual (el edificio nuevo se construyó en dos etapas, la última concluyó hace cinco años). Por otro lado, esa era una forma de enmarcar los cuentos en un contexto real y común a todos. Contamos con fotografías de las distintas épocas y reformas de la primitiva escuela rancho creada en 1956.
Entonces nuestros escenarios de ficción comenzaron a configurarse y la imaginación de los chicos completó muchas de aquellas ideas fantásticas requeridas para el cierre trimestral. A eso se sumó la recorrida del edificio para buscar espacios aptos para la ubicación de hechos misteriosos.
Así apareció “El extraño baño de damas” de Melany Lucero, uno sin uso en la planta alta, donde se escondía un “hombre árbol”. O un depósito donde Bruno Castillo ubicó un portal que conducía al pasado y donde su abuelo se encontró con él mismo de pequeño.
La escena habitual en las clases era la siguiente: uno de mis alumnos se sentaba por turno frente a mí y me brindaba un borrador en el que había una historia con un ser querido ya fallecido, o un supuesto descendiente suyo, o un crimen en la vieja escuela rancho... Lo interesante de esta parte del proyecto fue que cuando el autor se apropiaba de su idea comenzaba a defenderla. Los personajes ya tenían una conducta, una forma de ser y un objetivo claros para él. En ese momento me di cuenta de lo que empezaba a ocurrir. A mí se me podía ver salir rauda del salón para mostrarle a mi compañera bibliotecaria algún cuento, en laboratorio, genial. En este punto, la propuesta de escribir comenzó a tener vuelo propio. No eran una o dos historias buenas, sino que se multiplicaban clase a clase.

REGLA 3: El cuento quedaría mejor en primera persona, con un narrador protagonista.
Confiamos en que el efecto logrado en los lectores sería de mayor desconcierto, que los atraparía más. Esta conclusión se instaló en el grupo luego de comentar muchas historias fantásticas. Yo les hablé de algunas de mis preferidas: “La invención de morel”, de Bioy Casares; “Flor, teléfono, muchacha”, de Drummond de Andrade; “La insolación”, de Quiroga; “El duelo” de Borges; “La galera”, de Mujica Láinez; “La noche boca arriba”, de Cortázar; la película “Los otros”, etc., etc., Alguna clase fue de pura charla, de comentarios.
Confiamos, decía, en el postulado de Todorov (4): “el yo pertenece a todos” y el lector podría compartir la incertidumbre con el personaje. Se lograría más la vacilación entre una explicación natural y otra sobrenatural. Cabe destacar que esta regla no se planteó desde el inicio, sino que surgió sobre la marcha. Algunas reescrituras tuvieron que ver con este acuerdo.
Fue interesante en la historia de Micaela Vélez cómo ella combinó el uso de la primera con la tercera persona, porque su personaje escribía sin saberlo su propia historia en su diario íntimo; al darse cuenta, lo abandona, pero al encontrarlo después de un año, descubre que el diario había seguido escribiéndose solo y que ella, la protagonista era solo un personaje más...
―¡¡Excelente!! ―exclamé al leer su borrador y al escuchar cómo me contaba que lo terminaría. Micaela sonrió y se fue a sentar para continuarlo.

REGLA 4: Es básico que en el relato fantástico el porqué del misterio nunca se aclare. Los finales son imprecisos, la duda perdura y permanece en la historia y en la interpretación del lector. Esto sí lo tenían claro desde el principio, y si no, lo terminaron de comprender en el transcurso.
“―Y eso no se sabe.”
“―Eso no lo tengo que aclarar”, me decían mis propios alumnos, dejándome a mí con la incertidumbre y con la duda. Claro que eso, lejos de enojarme, me enorgullecía.

Así fueron apareciendo unas fantásticas historias fantásticas.

Una clase nos convocó la idea de crear el marco del cuento. Otra, iniciamos el conflicto. Algunos chicos para ese momento completaron el cuento. A otros les costó más. Hasta hubo casos en los que esa primera idea se descartó y otra ocupó su lugar. Por ej.: Karen no avanzaba. Por ello le propuse que tratara de pensar, de inspirarse en la experiencia de campamento próxima (22-23 de octubre). Y dio buen resultado. De hecho regresó con su cuento “Campamento” en mente.

Y finalmente, la ardua tarea de las correcciones de los borradores: reescrituras, revisiones de fragmentos o de cuentos enteros. La edición implicó a veces sentarse junto al autor para releer y corregir juntos casi párrafo por párrafo.

En definitiva, los chicos escribieron su idea respetando reglas establecidas, la revisaron, la compartieron (hubo una clase de lectura de los cuentos de todos), la corrigieron, la sostuvieron, la reescribieron y la quisieron. Hoy leen su libro con orgullo y piden más, porque también crearon una dosis de autoestima y se la inyectaron.

Notas
(1) Se llama así al hostigamiento y maltrato verbal o físico entre escolares en forma reiterada en el tiempo. Implica la existencia de un acosador y una víctima. Su presencia en los colegios y sus secuelas psicológicas constituyen un campo de investigación de importancia en la actualidad.
(2) La ventaja de nuestra materia, la Literatura, es que si bien necesita de la lengua formal o escolarizada, en su marco “está permitido” romper ciertas pautas. Entonces el habla real de los jóvenes puede tener un espacio y esto hace que el juego de escribir sea más divertido.
(3) Horacio Quiroga (1878-1937), escritor uruguayo pero afincado en nuestro país y más precisamente en la selva misionera, creó historias donde “el color local” brilló. Escribió el mencionado decálogo con 10 recomendaciones para el oficio de escribir cuentos.
(4) Tzvetan Todorov: investigador búlgaro, naturalizado francés, formó parte del grupo de estructuralistas franceses. Dirigió con Roland Barthes la revista Poetique. Escribió una Introducción a la literatura fantástica.

Este escrito fue publicado en Revista Novedades educativas, Nº 238, octubre 2010.

Claudia Sciutto
Prof. Prácticas del Lenguaje
Escuela Secundaria Nº 17
Ezpeleta, Partido de Quilmes



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