30 abril 2011

Una biblioteca en la Muestra

“…Y buscará nuevas palabras, no para coleccionarlas en la memoria sino para decir y escribir su mundo, su pensamiento, para contar su historia. Pensar el mundo es juzgarlo; la experiencia de los círculos de cultura muestra que el alfabetizando, al comenzar a escribir libremente, no copia palabras sino expresa juicios. Estos, de cierta manera, intentan reproducir el movimiento de su propia experiencia; el alfabetizando, al darles forma escrita, va asumiendo en gradualmente la conciencia de testigo de una historia de que se sabe autor. En la medida en que se percibe testigo de su historia, su conciencia se hace reflexivamente más responsable de esa historia.”
Pablo Freire
(Pedagogía del oprimido. Bs. As., Siglo XXl, 2002.)

Para empezar mi relato quiero decirles que el “Rincón literario” es un espacio construido por los bibliotecarios escolares del distrito de Quilmes. Su objetivo es ofrecer a todos los concurrentes a la muestra de cierre del proyecto “Leer y escribir es cosa nuestra”, en la Casa de la Cultura de Quilmes, la posibilidad de encontrarse con los libros y con algunos juegos, sin condicionamiento alguno, simplemente para dejarse sorprender y redescubrir autores o libros significativos.

Rescato desde este lugar algunas escenas que me gustaría compartir con ustedes.

El segundo día de la muestra de cierre se acercó al rincón literario un alumno de la EP Nº 8, Sebastián, a contarnos que escribía poesías y que por eso le gustaba leerlas. Nos pidió que fuésemos hasta el lugar que tenía su escuela dentro de la muestra, a leer las suyas, ¡¡¡vieran cómo se puso!!! Dijo que además había podido contar cómo las escribió ya que fue uno de los alumnos expositores en la ronda de lectura dentro de la misma muestra.

Inmediatamente vino a mi mente aquello que sostiene Ricardo Piglia haciendo referencia al “oficio de escritor”. Él sostiene que escribir es un trabajo que no responde a una decisión cerebral sino que es “una cuestión de impulsos”.
Y vuelvo a pensar en Sebastián, que cuando llegó al rincón de lectura empezó tirando los palitos chinos a sus compañeros, entrando y saliendo del aula, hasta que se encontró con SU libro. ¡¡¡El de poesías!!! Y… sigo preguntándome… ¿Cuántos mundos posibles, indescifrables pueden despertarse a partir del encuentro con el texto escrito? ¿Qué engranajes se ponen en movimiento?

Me da vueltas pensar que escribir es reencontrarse con el otro, desnudarse ante uno mismo, darse el permiso de expresar aquello que no encuentra palabras en un cara a cara con el otro y que sin embargo en lo escrito logra decir exactamente aquello que quiero transmitir y que además nos hermana, nos gratifica y nos reconforta.

“Todo está en la palabra… una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba”, dice Neruda.

En una de las paredes había frases, textos cortos, algunas biografías; pero esta otra escena
está focalizada en una docente que se acercó como tantas, hojeó unos libros, miró las imágenes, pero se detuvo durante un rato largo ante el texto de Mario Benedetti: “La gente que me gusta…”.

Lo releyó, se conmovió hasta las lágrimas… mi compañera y yo solo mirábamos. Agachó la cabeza, suspiró y se retiró. Al rato volvió acompañada de dos personas más, docentes también y les mostró el texto. Verlas invitaba inevitablemente a la lectura.
Sigo pensando en la maravillosa posibilidad de reencontrarnos con otros a través de la escritura y de fortalecer nuestro espíritu con el pensamiento de quien escribe.

Si nos permitimos dar rienda suelta a este tipo de prácticas en nuestras escuelas, creo que es posible construir una sociedad diferente. Apuesto por ello.

Helga Aquino
Bibliotecaria


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