30 abril 2011

Hacedores de universos simbólicos

La estructura en torno de la cual surgirían tantos relatos como docentes implicados en el trabajo en las escuelas quilmeñas fue el proyecto “Leer y escribir es cosa nuestra”. Por un lado, directivos y bibliotecarios indagaron formas de lectura, escritura, narración e intervención de textos en busca de modos de apropiación de libros que incluyera a los chicos y las chicas de las escuelas comprometidas en el proyecto, quienes luego producirían su propio libro. Mientras, en el caso de los docentes de Plástica, el perfeccionamiento abordó los ex libris, su significado, diseño y confección mediante técnicas de grabado.
Al evocar el proceso de trabajo llevado adelante y la percepción que dejó marca sobre este relato, debería decir que el proyecto partió desde un lugar germinal que es el taller, el taller de grabado de la Escuela Municipal de Bellas Artes “Carlos Morel”. Esa experiencia fue importante en el sentido de reconectar o resignificar un lazo y una profunda necesidad de volver a “ese hacer”  tan particular que constituye la cocina de toda imagen. Fue un reencuentro sumamente agradable y que derivó en otras experiencias de taller que me debía hacía un tiempo…

En estos días he vuelto la mirada a todo aquello que hicimos en torno al proyecto “Leer y escribir es cosa nuestra” y pienso en la integralidad que implicó la propuesta.

Seguramente, porque el proceso de escritura y lectura nunca es totalmente individual, necesita siempre la participación de otros y de allí su carácter social. Sin darnos cuenta, la lectura entendida en sentido amplio es parte indisociable de nuestra humanidad. Leemos gestos, miradas, actitudes corporales en las personas; leemos infinita cantidad de imágenes a diario y también leemos letras, palabras, frases, textos, pensamientos e ideas que nos dicen algo sobre el mundo en que vivimos.

Entonces, los ex libris adquieren un lugar tan importante en el proyecto porque nos presentan un objeto que es un libro cargado de valor simbólico, de significados, de referencias, como un universo de palabras e imágenes creado por los que llamo “hacedores” –niños, maestras, capacitadoras, familias, lectores, etc.–.

En cuanto a la descripción de los ex libris, diré que es una frase latina que puede leerse como “este libro es de…”, en
tre otras interpretaciones. Son pequeñas estampas o grabados considerados como marcas de propiedad sobre los libros y se hallan en las primeras páginas de estos. Una característica es que estas marcas de propiedad refieren a una totalidad entre imagen y texto. Los ex libris contienen una imagen o alegoría con fuerte carga simbólica y sentido metafórico que nos dicen algo sobre la identidad del propietario del libro siempre de manera integrada al texto que indica nombre y apellido de este. La lectura de los ex libris requiere de cierta destreza porque nada hay de literal en ellos; nos incitan a interpretarlos para descubrir la identidad del poseedor del libro, nos muestran algo relevante y no transparente sobre su personalidad e identidad.

Una vez trazado el marco para comprender algo sobre el tema, retomo el relato y me centro en relación al proceso de indagar, crear, investigar junto a los chicos eso que llamábamos ex libris. Puedo decir, entonces, que constituyó una experiencia de unión, porque el clima de clases era el de un taller donde se experimentó los diversos tipos de letra o tipografía, vimos muchos ejemplos de grabados, modelos de ex libris, pensábamos en esa relación que tenemos con los libros. Los libros que leemos son objetos que podemos manipular, nos proporcionan una experiencia única y particular muy diferente en ese sentido de cualquier acercamiento a la lectura virtual. Más allá de esto, pensamos en qué sentimientos, imágenes, colores, formas, conocimientos, información, imaginación, miedos, intrigas, alegrías se manifiestan y despiertan en el encuentro del lector y el libro.
Así, mientras el trabajo previo a la selección de temas, narración, escritura y reescritura del libro grupal de los chicos se desarrollaba en las clases junto a las maestras implicadas en el proyecto, se me ocurrió trabajar en nuestros propios ex libris para los libros de la biblioteca “El mundo de los libros” de la Escuela Nº 78. Una biblioteca que cuenta con aproximadamente dos mil libros. Ese fue nuestro proyecto interno que, en realidad,
constituyó una excusa para acercarnos a experimentar lo que después sería la marca de propiedad del libro grupal. Entonces, realizamos pequeños dibujos sobre papeles de texturas y colores muy bonitos, todo en pequeño formato. La idea era que cada chico encontrara en los libros que saca de la biblioteca una pequeña imagen; por ello no hay ex libris en tiraje, porque son todos únicos y diferentes. El encuentro con esa pequeña imagen haría que la relación con el libro fuera de mayor disfrute. Así, clase a clase, los chicos produjeron por lo menos quinientos ex libris que pronto estarán en la primera hoja de libros de arte, literatura, ciencias, etc.
Algo que quisiera destacar sobre nuestro proyecto interno es que partió como una apuesta para revalorizar, cargar de sentido el vínculo entre biblioteca y lectores. Constituye, a la vez, la marca y presencia de los niños que egresan de la escuela y legan a otros lectores infantiles una pequeña imagen que invita a la lectura y al cuidado de los libros.

Lo sigo sosteniendo: …fue un buen trabajo en conjunto donde trabamos más intensas relaciones entre compañeros docentes, alumnos, capacitadores, familias, autoridades, todos integrantes de la comunidad de lectores quilmeños, todos “hacedores de universos simbólicos”.

Gracias a todos…

Susana González
Prof. de Artes Visuales
Escuela Primaria Nº 78 “Gral. Enrique Mosconi”
Bernal, Partido de Quilmes

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